Vino y cambio climático, una relación que modificará nuestros sistemas de cultivo

En esta V edición del Congreso del Rosado, hemos podido disfrutar de numerosos debates y ponencias centradas en la comercialización y publicidad que se les dan a los distintos tipos de vino, reparto geográfico de la amplia gama de variedades de uva trabajadas tanto en territorio nacional como extranjero, cronología y desarrollo de las distintas denominaciones de origen… Por su parte, José Ramón Lissarrague, profesor de viticultura e ingeniero agrónomo, optó por centrar su mesa en torno a una cuestión que está modificando los campos de cultivo a una velocidad alarmante sin precedente alguno. Y es que cambio climático, tanto en su impacto actual como sus posibles consecuencias a medio y largo plazo, está alterando las características de la uva, los métodos de elaboración y, por tanto, el producto final que termina siendo el más perjudicado y cambiante.

Lissarrague dejó claro desde el primer momento cual era uno de los puntos vitales en la lucha contra el cambio climático a la vez que se protegen los cultivos: “Necesitamos uvas sanas que lleguen a las bodegas sin deshidratación ni pasificación”, una materia prima a la que cada vez se le dificulta más llegar a punto a la barrica debido, principalmente, a “la elevación de las temperaturas durante el ciclo de la vid y en muchos casos un aumento del déficit del agua”.

Y es que si estos efectos negativos, si tienen lugar antes de que comience el proceso de maduración, se producirá un aumento de los azúcares, un desarrollo del potencial aromático, un nivel de PH que no debería variar y una importante reducción del tamaño de la uva y la cantidad de la cosecha. En cambio, si se dan a cabo durante la maduración, dependiendo de la temperatura y el déficit hídrico exacto que haya, puede darse un aumento del PH, de los aminoácidos, las sustancias aromáticas…

¿Solución a largo plazo? Lissarrague desarrollaba una serie de medidas alternativas a la migración, más enfocadas al medio plazo o tiempo intermedio, que pueden resultar efectivas dependiendo del tipo de necesidad hídrica que se tenga.

“Los sistemas de conducción con una densidad de plantación aumentarán el número de raíces en el suelo. Lo que permitirá a la planta colonizar mejor la tierra y ser más eficiente a la hora de aprovechar los recursos que nos brinda el terreno”, comentaba Lissarrague a la hora de comenzar a mencionar ciertas soluciones para combatir estas consecuencias climática en las que también podemos nombrar a la opción de cambiar de variedad de uva.

Respecto a los rosados, Lissarrague señalaba que este es un vino que requiere de patrones muy bien elegidos a la hora del cultivo como injertos resistentes a la sequía ante el cambio climático. Un vino delicado por muchas razones en el que los patrones de acción, para cuidarse de posibles inconvenientes climáticos, deben ser poco vigorosos y en ciclos cortos.

La forma de los viñedos, creando sistemas de conducción adaptados a las condiciones ambientales y en equilibrio con lo que queramos construir, puede conseguir equilibrio y condiciones microclimáticas adecuadas de exposición a la radiación.

Pero, por encima de todo esto, el ponente destacaba un factor clave a la hora de combatir contra estos efectos perjudiciales: “El riego es una de las herramientas que nos puede permitir paliar tanto el daño del cambio climático como el déficit hídrico en nuestros cultivos”, ya que diariamente se produce un déficit hídrico en el viñedo por la rápida transpiración del agua.

“No pienso en otra alternativa diferente para regar el viñedo que los riegos localizados de alta frecuencia. Riegos por goteo para zonas muy afectadas por el cambio climático y, de bajo caudal y presión uniforme que se adecuen a los suelos”, poniendo especial atención en el envero, ya que es la etapa en la que la uva presenta un mayor déficit hídrico.  “El agua es un bien escaso en nuestra viticultura, sobre todo en las flotaciones para el viñedo. Pero, ¿por qué el viñedo está mas limitado a su votación de agua que otros cultivos?”. No hay viñedos de secano o regadío, “eso solo son tópicos que ayudan poco a la viticultura”, aseguraba.

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